Existen varios métodos de anticoncepción. Ninguno es totalmente eficaz y algunos son más fiables que otros. La efectividad suele depender de la minuciosidad con la que se sigan las instrucciones, lo que es más fácil en algunos métodos que en otros. Así, la diferencia de efectividad entre el uso habitual (como lo utiliza la mayor parte de la gente) y el uso perfecto (siguiendo exactamente las instrucciones) varía mucho de un método a otro. Por ejemplo, los anticonceptivos orales son muy eficaces si se utilizan correctamente, pero muchas mujeres se olvidan de tomar las dosis.
Por ello, el uso promedio de los anticonceptivos orales es mucho menos eficaz de lo que sería su uso perfecto. Por el contrario, los implantes anticonceptivos, una vez insertados, no requieren nada más (por lo que se usan de forma perfecta), hasta que sea necesario reemplazarlos.
Por lo tanto, el uso habitual equivale al uso perfecto (hasta la sustitución de los implantes). Las instrucciones se siguen con más precisión al acostumbrarse a un método. Como resultado, la diferencia de efectividad entre el uso perfecto y el uso habitual suele disminuir a lo largo del tiempo.
Además de su grado de efectividad, cada uno de estos métodos anticonceptivos tiene sus ventajas y sus desventajas.
Por ejemplo, los métodos hormonales tienen ciertos efectos secundarios que pueden aumentar o disminuir el riesgo de las mujeres de desarrollar determinados trastornos, incluido el cáncer de ovario o de útero. La elección del método depende del estilo de vida, de las preferencias y del grado de seguridad requerido.