Las enfermedades de transmisión sexual suelen ser comunes durante la adolescencia y juventud, ya que la mayoría de los jóvenes pierden su virginidad y suelen mantener relaciones sexuales sin protección. Por eso, queremos mostrarte información sobre los exámenes de ETS, para que no tengas dudas.
¿Por qué debería hacerme un examen de ETS?
A los 25 años, una de cada dos personas da positivo en al menos una enfermedad de transmisión sexual, por lo cual es importante prevenir antes que lamentar.
Existen gran cantidad de enfermedades de transmisión sexual, y la mayoría de ellas tienen señales sutiles que generalmente no son percibidas, aunque sus consecuencias suelan ser bastante graves -desde cáncer de cuello de útero hasta infertilidad.
Mi pareja y yo usamos preservativo, ¿igual es necesario?
Aunque el preservativo sea el método más seguro, no son 100% efectivos para proteger contra ETS, especialmente si no es usado correctamente, se sale o se rompe. Además, sólo ofrecen un 85% de protección frente al virus del VIH.
Esto hace que sea realmente importante mantener una charla abierta y sincera con tu pareja antes de tener sexo. Aunque pueda resultar un poco extraño, es una buena opción.
¿Cómo me hago un test de ETS?
Es muy fácil, tan solo debes hacer una cita con tu médico general o ginecólogo. En algunos países, el área de salud de los campus universitarios también brindan estos análisis. Elige el médico que te haga sentir más cómoda.
Lo ideal es que te hagas tu primer análisis una vez empiezas a ser sexualmente activa, y lo ideal es que hagas el examen una vez al año, junto con tu chequeo general. Si no tienes pareja estable, puedes hacerlo cada seis o incluso tres meses, según qué tan segura te sientas al respecto.
Se te hará un papanicolaou para detectar signos del virus del papiloma humano y de cáncer cervical -ten en cuenta que puede mostrar anormalidades y eso no significa necesariamente cáncer-. Lo ideal es que te hagas uno al año a partir de los 21 años de edad.
También se te hará un análisis de sangre en busca de VIH, sífilis, herpes, hepatitis B y C; uno de orina para la gonorrea y clamidia; y en algunos casos muestras vaginales, en las que se analizan los fluidos en busca de gonorrea, clamidia, herpes y otras infecciones bacterianas.
Una vez tengas los resultados -sean positivos o negativos- es importante que se lo comuniques a tu pareja. En el caso de que sean positivos, tu médico te dirá el mejor tratamiento, y es importante que busques apoyo emocional también.