En la actualidad y en nuestro medio se observa una creciente tasa de prematuridad, y que viene a reflejar además del aumento de su incidencia, otros cambios en la práctica asistencial de estos recién nacidos prematuros, con avances en los cuidados obstétricos y neonatales, y que posibilitan la supervivencia de neonatos cada vez más inmaduros.
En este punto se debe destacar la influencia que las técnicas de reproducción asistida y su importante tasa de éxito tienen en este aumento de la incidencia de la prematuridad.
El recién nacido prematuro es aquel que nace antes de la semana 37 de gestación, si bien la mayor parte de morbimortalidad afecta a los “muy prematuros” es decir a aquellos nacidos antes de la semana 32 de gestación y muy especialmente a los “prematuros extremos” nacidos antes de la semana 28.
A su vez estos, como otros recién nacidos, pueden catalogarse en función de su peso al nacimiento, como de “peso adecuado” a su edad gestacional o de “bajo peso” o de “elevado peso” siendo estos últimos datos de mayor preocupación y complicaciones para su cuidado inicial.
Categorización del bebé prematuro en función de su peso
El peso como dato aislado permite catalogarlos como “ bajo peso” si es inferior a 2.500grs. , de “muy bajo peso al nacimiento” si es menor de 1.500 grs. y de “extremado bajo peso” si es inferior a 1.000 grs. En nuestro país se aceptan como cifras reales para la prematuridad global y de los menores de 32 semanas al 7-8% y el 1-2% de total de nacimientos respectivamente.
¿Cuándo se considera apto un bebé prematuro para ser dado de alta?
Cuando nuestro hijo prematuro sea dado de alta deberá reunir una serie de condiciones “básicas” y que permitirá afrontar su cuidado en casa con garantías y un mínimo de “preparación”; estas condiciones son, en líneas generales, que sea capaz de mantener su temperatura corporal estable en las condiciones ambientales habituales, que sepa y pueda succionar y deglutir correctamente, que aumente de peso, que no necesite oxígeno y que no presente pausas de apneas o bien sean muy leves y sin requerir tratamiento.
En general el alta se suele indicar cuando el niño tiene más de 35-36 semanas de edad y un peso superior a 2000 g. En este momento habitualmente todavía no están neurológicamente totalmente maduros y “organizados” como en un niño nacido “a término”.
Es posible que no muestren señales fáciles de interpretar que indiquen que tienen hambre o sueño, que algunos pasen mucho tiempo profundamente dormidos o llorando y pasando de un estado a otro con llamativa facilidad o que le cueste adquirir las “habituales” rutinas de alimentación y sueños.
Los recién nacidos habitualmente duermen entre 16 y 18 horas al día, los bebés prematuros incluso más; raramente se ajustan a la necesidad de descanso de los padres, estando inicialmente con los horarios de día y noche cambiados.
No se agobien, recuerden que pese a todo esto nuestro hijo ya dispone de “armas” eficaces para afrontar la vida en casa y que el tiempo ayudará a que se regule mutuamente.
Sueño del bebé prematuro
En cuanto al sueño de nuestro hijo, es importante recodar que la posición de seguridad para dormir es “boca arriba”, sin almohada ni juguetes en la cuna y pudiendo pasar por el día y cuando esté a nuestra vista ratos “boca abajo” y que le permitirán fortalecer paulatinamente los músculos del cuello y conseguir el “sostén cefálico”.
Temperatura para el bebé prematuro
La temperatura ambiental durante las primeras semanas de estancia en casa deberá ser algo superior a los habituales 22º; el niño prematuro debido a su poco peso y mayor superficie corporal en relación a su grasa corporal puede necesitar más apoyo para mantener su calor corporal y evitar que parte de las calorías provenientes de la alimentación se empleen en mantener dicha temperatura corporal y no para ganar peso. Recordad que la temperatura corporal de estos niños es similar al del resto de bebés, es decir 36,5-37ºC.
Alimentación en el bebé prematuro
La alimentación ideal de nuestro hijo es, como seguramente ya les habrán repetido en numerosas ocasiones el personal sanitario durante el ingreso, la leche materna; si bien durante su estancia en la unidad de Neonatología, y especialmente en los prematuros más “pequeños”, la leche materna se “fortifica” con preparados especiales, en general al alta esta medida no suele ser necesaria. Cuando la leche materna no ha sido posible o es insuficiente, se dispone de excelente fórmulas artificiales para prematuros. También aquí y como experiencia personal les recuerdo que muchas mamás tienen al alta mucha más leche de la que necesitan, incluso guardada y congelada, e incluso con niños nacidos muy prematuros y ante situaciones no siempre favorables para la mantener la lactancia materna, persevera y verás como lo consigues.
El lactante prematuro puede necesitar tomas más frecuentes que el niño “a término”, o bien tener menos fuerza para succionar y precisar más tiempo en cada toma o cansarse antes y no vaciar correctamente los pechos; el uso complementario de un sacaleches suele ser frecuente durante las primeras semanas.
El llanto de los niños es su forma de comunicarse con nosotros, intentad evitar darle siempre un significado negativo, poco a poco podrás ir entendiendo su significado; responder al llanto ayuda a desarrollar un sentimiento de confianza y el sentido de que alguna influencia ejerce en su medio ambiente. Una “cuota” de llanto es inevitable y probablemente beneficiosa, intenta responder a un bebé especialmente “inquieto” con calma.
En general nuestro bebé será dado de alta con ningún tratamiento farmacológico, a excepción de los suplementos de vitamina D y de hierro, que contribuyen a mejorar la situación carencial característica de este tipo de niños.
El recién nacido empieza a aprender del mundo que lo rodea interaccionando con él mediante el uso de reflejos elementales como la succión, el llanto, la prehension etc..; a medida que el niño se desarrolla utiliza estos reflejos simples para alcanzar habilidades más complejas y emplea sus sentidos de manera más eficaz.
Las personas que cuidan al bebé tienen un papel fundamental en este punto de su desarrollo, interaccionando y jugando con él; si esto es importante en el niño nacido “ término” tanto más lo es en el bebé prematuro e influye de manera más decisiva aún en completar y mejorar su neurodesarrollo.
Vacunas en el bebé prematuro
En cuanto a las vacunas, recordad que el calendario vacunal de un bebé prematuro es en líneas generales similar al del resto de niños nacidos “a término”, en cuanto al momento y tipos de vacunas. En general todos serán dados de alta con la primera dosis de vacuna contra la hepatitis B y si su ingreso se prolonga más de dos meses con la vacunación propia de esa edad.
En los casos indicados por sus médicos algunos bebés “muy prematuros” se podrán beneficiar de la administración invernal de unas “defensas” específicas contra un virus que causa infecciones respiratorias (VRS). En este punto se debe mencionar la importancia que tiene en estos niños, cuya inmadurez inmunológica todavía es importante, evitar las infecciones respiratorias y digestivas y recomendar prácticas socio sanitarias como el lavado de manos o intentar evitar la escolarización en los primeros dos años de vida.
Como ya hemos mencionado anteriormente, en el seguimiento tras el alta de nuestro hijo probablemente intervendrán varios médicos, especialmente en los niños más prematuros, a destacar aquí el indiscutible valor e importancia que nuestro pediatra de cabecera tiene en este punto. ¡De nuevo insistir en que confies en él y en sus consejos! Como consejo, basado en la experiencia, recuerda que en esta etapa inicial y vulnerable de sus vidas se apoyen en el pediatra, tanto de cabecera como en los servicios de urgencias, y evitar asumir riesgos innecesarios.