La ecografía médica, comúnmente conocida como “ultrasonido”, se introdujo por primera vez en el mundo médico en la década de 1940. Setenta años más tarde, la tecnología se utiliza en todo, desde tomar una foto de un niño por nacer, hasta procedimientos terapéuticos. Los diagnósticos y tratamientos de ultrasonido se utilizan en numerosos campos médicos, que incluyen, entre otros, cardiología, gastroenterología, neurología, obstetricia y urología.
El ultrasonido ha sido ampliamente aceptado debido a su capacidad para mostrar imágenes de manera segura de lo que hay dentro del cuerpo.
La máquina de ultrasonido en realidad usa tecnología muy básica, llamada sonar, que ha existido por casi 100 años. El funcionamiento de estos dispositivos se basa en hecho que el sonido se refleja en un objeto, lo cual puede ser traducido para comprender el tamaño del objeto y lo lejos que está. Esta es la misma forma en que un murciélago navega a través de la oscuridad.
Originalmente, el sonar se usaba para determinar dónde se ubicaban los objetos bajo el agua, para ayudar a guiar a los barcos. Eventualmente, los doctores se dieron cuenta de que el uso de frecuencias más altas de ondas de sonido podía penetrar en la piel humana y brindarle a las personas una imagen de lo que hay debajo.
Una máquina de ultrasonido requiere dos instrumentos principales para emitir sonido, escucharlo y traducirlo. La sonda del transductor con cristales y la CPU de ultrasonido, son las herramientas necesarias para convertir los sonidos en una imagen. El transductor generalmente es un dispositivo de mano que se usa para emitir ondas de sonido a una ubicación específica en el cuerpo, y luego escucha los ecos de los sonidos después de que se reflejan en diferentes tipos de tejido.
La frecuencia de la onda de sonido y el tiempo que tarda el eco en regresar al transductor, son enviados a una computadora que usa una ecuación matemática para interpretar los sonidos y transformarlos es una imagen bidimensional. Los objetos más alejados aparecerán más oscuros y los objetos más cercanos aparecerán como áreas más brillantes en la imagen.
En los últimos dos años, se han desarrollado máquinas de ultrasonido capaces de obtener imágenes tridimensionales. Para lograrlo, recopilan varias imágenes bidimensionales moviendo las sondas por la superficie del cuerpo o girando sondas insertadas. Los escaneos bidimensionales se combinan mediante software informático especializado para formar imágenes tridimensionales. Las imágenes en 3D le permiten ver mejor el órgano examinado, lo cual resulta ventajoso.